viernes, 1 de julio de 2016

Dicen que dicen

Una de las preguntas que escuchamos en la infancia fue ¿Qué se dice? 
Sin pensarlo (ni sentirlo) respondíamos "perdón", "por favor" o "gracias" dependiendo de la situación. 
Hoy automáticamente repetimos esas palabras porque así somos respetuosos y podemos convivir en sociedad. En mi caso pocas veces las digo porque las siento. Es una costumbre. 

Pocas veces nos dijeron ¡Preguntá! 
Las cosas eran así porque eran así. Cuando cuestionábamos porqué inmediatamente recibíamos estas palabras: "Es así porque yo lo digo. Soy tu madre y no se discute más". 

Hoy creo que la palabra mágica no es "por favor" sino "¿Por qué?" 
¡Cuán fácil sería todo si las explicaciones fueran claras!
Nos enredamos en eso que algunos dicen que otros dijeron que cuando él dijo lo que dijo no quiso decir lo que algunos dijeron. Entonces nadie dijo nada, la verdad absoluta de la que nos quieren convencer se vuelve una mentira que pasa de boca en boca. 
¿Qué pasaría si preguntásemos sin suponer? 

Las redes sociales y los medios de comunicación están llenos de opinólogos y analistas magistrales de situaciones. Dicen que los argentinos resuelven el mundo en una charla de café, y no está fuera de la realidad. En la mesa de cualquier bar si hay dos argentinos seguramente te quieran vender la solución a todos los problemas, pero se termina el café y estos solucionadores seriales vuelven a la casa y no practican nada de lo que dijeron. ¿Por qué? Porque ninguno pregunta, todos suponen que saben. 

Una de las funciones de los bares de barrio es la opinión. Saben la vida de cada uno de sus vecinos, y si no la saben la inventan. Así la hija de Pedro es puta, el marido de Susana es cornudo con el sodero, Graciela es borracha, Nelly está muy enferma porque bajó de peso muy rápido, Sergio se fue del barrio porque el hijo es ladrón... Una vez en la mesa después de solucionar algún problema momentáneo empiezan a solucionar los problemas conyugales de otros. 

Me acuerdo que discutía mucho con mi abuela cuando sus charlas se basaban en la crítica de la vida de los vecinos. Su respuesta era contundente: Medio mundo critica al otro medio. Y no te atrevas a decirle que estaba equivocada. 

Otro ejemplo son los periodistas de la farándula. Deambulan por todos los medios posibles analizando y suponiendo sobre la vida amorosa de cualquier artista. Deciden que su accionar fue incorrecto porque tendría que haber hecho otra cosa. Hasta que se da vuelta la moneda y algunos de esos "problemas" son propios. 
No aprendimos a ver nuestros problemas sino a censurar los problemas de los demás. Aprendimos a cuestionar las acciones del otro y considerar que se equivoca sin conocer los porqués.

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1 morsa dice:

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