¿Y si la noche se extendía estando con ella?
Durante la semana seguimos con los mensajes, a la noche antes de dormir.
El martes a la noche estábamos chateando, le conté que había publicado en este blog lo que escribí mientras la esperaba, quería saber si lo había leído.
Ella: Si te leo no puedo responderte.
Sam: Ok. Cuando quieras y como quieras.
Ups! Sam... lo dijiste con inocencia y ese mensaje tiene una doble lectura.
Seguí con el juego de palabras y me animé: Tengo ganas de verte ¿cuándo podés?
Quedamos en vernos el viernes a la noche. El domingo había que votar y los bares estarían cerrados el sábado por la veda electoral. Por cansancio y problemas de tiempo acordamos el sábado a la noche en su casa.
Mi amigo me llama el mismo sábado para que lo ayude a fiscalizar el domingo a la mañana ¡LO ODIÉ! ¿Y si la noche se extendía estando con ella? Podía pasar que no la pasaramos bien, pero no era la idea. Y bueno... me había comprometido con él.
Hice todo lo que tenía que hacer el sábado a la tarde, volví a mi casa, me bañé y fui a su casa.