Como todas las mañanas vengo a trabajar. Me quedaban unos minutos y pasé por la panadería.
Hasta ahí era todo maravilloso.
A eso de las 10.30 entran 3 personas a la librería. No tenían la impronta de todos los clientes, pero tranquilamente podrían serlo. Entraron con mucha seguridad, mirada firme, paso rápido y mirando fijo a nuestras caras. Cada uno tenía una carpeta en la mano, que las mostraron cuando estaban mas cerca.
Ya mas cerca de nosotros las apoyan en una mesa. Se presentan:
-Somos del Ministerio de Trabajo y venimos a inspeccionar para saber quienes son los que trabajan.
La encargada, muy nerviosa, se presenta y le dice que hay dos turnos, que a la mañana trabajan solo dos personas.
En la mesa estábamos mi compañera y yo con el mate mirándonos con caras de susto y no saber qué hacer. Si hablabamos poníamos en riesgo el puesto de trabajo de la encargada. Ambas nos quedamos con cara de culo.
En ese momento (fuera de todo chiste) el aire se cortaba con el cuchillo.
Estos hombres piden documentación, facturas y demás. Con algo parecido a una tablet les pide el DNI a las "únicas" dos personas que trabajan en el turno de la mañana para corroborar lo que decían.
Mientras sucede todo esto entra el corredor de una editorial. Viendo que mi compañera y yo estábamos desocupadas nos deja unas facturas y nos explica de qué son, qué tenemos que hacer con ellas y cuál es la última fecha para poder responder a eso.
Se miraron entendiendo que nuestros compañeros no nos habían nombrado cuidando sus puestos de trabajo.
De acuerdo a lo que les mostraron todo estaba en regla. Se fueron.
Tanto mi compañera como yo (ambas en regla) estábamos enojadas por tener que cubrirle las espaldas a ua empresa que se caga en nosotras, con sueldos de mierda, condiciones poco cómodas y muchas mas cosas.
Al rato la llaman a la tarada (lease jefa) para avisarle lo que había pasado. Su respuesta fue:
-Si vuelven que Samantha y NN digan que son muy amigas mías y que me estaban esperando.
Mi enojo iba en aumento.
La tarada viene a la tarde, con actitud de pollo mojado, hablando por teléfono como siempre.
Nadie le habló más que lo necesario. Yo no la saludé.
En ningún momento preguntó qué había pasado, qué dijeron, cómo fue la situación.
Y así seguimos sumando...