Llegó el día que tenía que soñar con él.
Era invierno, con mucho frío.
De golpe estaba entrando a escondidas a su casa donde, además, estaba durmiendo su suegra.
Nos fuimos a una habitación con cama matrimonial, nos acostamos y nos abrazamos... un rato.
Su suegra se despierta, me pide que vaya. Cuando me acompaña a la puerta quedamos en volver a vernos porque ya sabía que me había olvidado un abrigo. Bajé las escaleras, aparecí en una galería llena de locales de ropa y accesorios.
Me desperté.
PD: Como en todos mis sueños las casas son blancas y tienen escaleras.
Tendrás que sacarte te bello antifaz. (Tendré que aprender a amar- Fito Paez)
sábado, 16 de febrero de 2013
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